El cultivo de algodón en el Chaco experimentó una serie de altibajos desde la Guerra del Chaco. Nelson Funk, gerente de agroindustria de la Cooperativa Chortitzer, rememoró durante el evento “Campo Summit” de Forbes Paraguay cómo en los años 80 el algodón vivió un auge, al igual que en el resto del país. 

Con el paso del tiempo la producción fue disminuyendo alcanzando su punto más bajo en 2007, cuando solo quedaban dos productores en la región. A la fecha gracias a cambios en el manejo del cultivo y a la reintroducción de variedades más resistentes, se está viendo un resurgimiento del algodón en la zona.

Funk mencionó tres desafíos principales que enfrenta el sector, el primero es la mejora en el manejo del campo. “También necesitamos mejores variedades y mejores tecnologías de algodón”, agregó.

El segundo desafío es la comercialización. Según el gerente, el precio del algodón está disminuyendo presionado por el crecimiento exponencial de la producción en Brasil, donde el algodón se considera un cultivo de segunda cosecha. Y el  tercer desafío es la falta de energía en el Chaco, lo cual afecta directamente el procesamiento del algodón. 

“Hoy en día tenemos el gran desafío de no tener energía suficiente en el Chaco”, señaló.

Expansión y nuevas oportunidades de mercado

A pesar de los desafíos Funk ve un futuro prometedor para la producción de algodón en la región. 

“En producción, todavía no vemos límites, hay muchísima posibilidad de aumentar la producción”, afirmó. En cuanto a la comercialización, mencionó que la cooperativa ya está exportando a mercados como Vietnam, Indonesia, Bangladesh, Turquía y Alemania.

También reconoció la importancia de posicionar el algodón paraguayo en el mercado internacional. “Lo importante es traer una marca país, hacer conocer nuestro algodón”, dijo y para lograr esto, se necesita trabajar seriamente en el cumplimiento con los contratos y producir un algodón de alta calidad.

Por último destacó la importancia de obtener certificaciones internacionales que validen la calidad del producto y su producción sostenible. 

“Una de las certificaciones más utilizadas a nivel mundial es el BCI (Better Cotton Initiative)”, concluyó. Paraguay está en condiciones de cumplir con estos estándares, pero se requiere una política de Estado con un enfoque ambiental y social para lograrlo.